God bless!
Let me paint a picture for you: someone promises you a car, they sell you on a dream that they are going to give you this car for free, brand new, very nice. You get so excited that you can't contain yourself but the only issue is you don't have a license and the person still doesn't actually have the car. Time passes as you wait to get your license and the person still doesn't have the car! The person complains about the payment for the car, they complain about giving you the car (yes after they from their part decided to do this). Day after day you draw nearer to get your license and day after day the complaints get louder and louder. It's been two years and you are months away from getting your license but the complaints don't stop and there is still no car insight! You are growing frustrated, you don't see the car, you have this bickering in your ear and it just doesn't seem that it's going to happen. One day the person gets in your face and goes on a tirade, you grow fed up and you tell them off. After you tell them off they feel bad and give you a car but it has no engine and it's a hooptie! Do you still want the car? Was it worth the nagging and constant aggravation? I wouldn't want it either! The same principle applies when we do something for God but we don't put our heart into it, we complain constantly, give every reason why we shouldn't do it and find every excuse in the book why that's ok. The sad part is when we approach the work of God this way the outcome is never as prosperous as it was destined to be..
Thanking God for second, third and fourth chances!
Pastor Joell A. Perez
Philippians 2:14 "Do all things without grumbling and faultfinding and complaining [ against God] and questioning and doubting [among yourselves],"
¡Que Dios Te Bendiga!
Permíteme dibujarte un cuadro para tu imaginación: alguien te promete un auto, te hablan tanto del supuesto regalo hasta que te convencen que es algo maravilloso. Te dicen que va a ser nuevo y de las mejores marcas. Te ilusionas tanto que casi no puedes contener la emoción, pero desafortunadamente hay un pequeño problema: tú, no tienes licencia de conducir y la persona que te prometió el carro, aún no lo ha comprado tampoco. El tiempo comienza a transcurrir y mientras tú te preparas para obtener tu licencia, la otra persona aún no compra el auto. Comienzas a notar que la persona que te prometió el auto se la pasa quejándose de lo mucho que le va a costar el regalo y no hace otra cosa que buscarle "peros" a lo que ellos mismos, de su propia voluntad, prometieron sin que tú se lo pidieras. Día tras día, tú te acercas más a poder lograr obtener tu licencia de conducir y a la vez, la otra persona se queja más y más de lo que va a tener que comprar. Han pasado dos años y tú estás solo a meses de obtener tu licencia; las quejas de la otra persona no han parado y eso que ni siquiera han comprado lo que te prometieron. Comienzas a frustrarte por que no ves el auto y las quejas no paran; día a día son peores al punto que comienzas a pensar que el sueño de recibir un automóvil de regalo, simplemente no va a suceder. Un día, la persona que te prometió el auto comienza a prácticamente insultarte y tú ya arto de tanto problema, también le dices sus cuantas verdades. Al final del pleito ellos reaccionan y acaban con comprarte el auto que habían prometido pero resulta que no tiene ni siquiera ¡el motor!...resulta ser una verdadera chatarra. ¿Será que aun deseas ese auto? ¿Valió la pena escuchar tanta cantaleta y quejadera? ¡Yo tampoco quisiera quedarme con semejante regalito! Te he contado toda esta historia para que podamos aplicar este mismo principio en nuestro caminar con Dios. Cuando hacemos algo para Dios pero no lo hacemos de corazón, cuando nos pasamos quejándonos de todo y no paramos de buscar excusas del por qué hacemos las cosas a medias, estamos haciendo lo mismo que hizo la persona que había prometido el auto. Lo más triste de todo esto es que cuando hacemos cualquier cosa para Dios de esta manera (mediocre), el resultado nunca es el que debería ser (nunca es el que Dios predestino).de esta manera no lograremos ser verdaderamente prósperos.
¡Agradeciéndole a Dios por que no solo me da segundas oportunidades, si no también terceras, y cuartas!
Pastor Joell A. Perez
Filipenses 2:14 "Hagan todo sin hablar mal de nadie y sin discutir por todo."